Se gestó en mí la idea
de que todo acto concreto
es tan irrelevante de ser realizado
como cualquier otra nimiedad
capaz de ser hecha.
Y que no tiene sentido esforzarse
en plasmar ni lo uno ni lo otro.
Todo es –en definitiva- un ejercicio
de absoluta humildad,
en todo caso.
Un dejar la vanidad para otro día
Si se intenta ser sabio.
Me atengo a labrar el poema
de modo tan despojado,
como un pobre monje
con una rústica túnica
como único ropaje.
Juan Pablo Añino